Después de la muerte de José Stalin en 1953, el liderazgo de la Unión Soviética se volvió incierto. Los rumores y las especulaciones eran constantes acerca de quién sería el sucesor de Stalin.
Finalmente, en febrero de 1955, Nikita Khrushchev fue elegido por unanimidad como Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética. Khrushchev se convirtió así en el líder del país más poderoso del bloque comunista.
El mandato de Khrushchev se caracterizó por una política de desestalinización y reformas internas que intentaron cambiar la imagen oscura dejada por el gobierno de Stalin. Entre las medidas tomadas por Khrushchev estaba la apertura a la cooperación y el comercio internacional, así como la eliminación de algunos aspectos más represivos de la estructura del Estado soviético.
Sin embargo, también hubo momentos de tensión durante el gobierno de Khrushchev, como la crisis de los misiles en Cuba en 1962, que trajo al mundo al borde de una guerra nuclear.
En 1964, Khrushchev fue destituido de su cargo y reemplazado por Leonid Brezhnev como Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética. Brezhnev mantuvo la política de estabilidad interna y dominio en la política internacional que había caracterizado la era de Stalin, para poder mantener el control y hegemonía soviética.
En resumen, la sucesión de Stalin en el liderazgo soviético fue una coyuntura crucial en la historia contemporánea, y la elección de quienes siguieron dando forma al rumbo del país.
La Unión Soviética estuvo bajo el mando de Konstantin Chernenko entre 1984 y 1985. Chernenko fue un político soviético que se desempeñó como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, el líder indiscutible del país y del partido. Durante su corto mandato, Chernenko continuó las políticas de sus predecesores, Leonid Brezhnev y Yuri Andropov, enfocadas en mantener el poderío de la Unión Soviética en la Guerra Fría.
Chernenko era considerado un líder conservador y de la vieja guardia del Partido Comunista. Su elección como líder fue vista por algunos como una jugada política para mantener el status quo en lugar de implementar cambios significativos. Aunque su mandato fue breve, Chernenko se enfrentó a desafíos clave como la creciente presión económica en la Unión Soviética y los conflictos en Afganistán y Polonia.
El 10 de marzo de 1985, después de sólo 13 meses en el poder, Chernenko murió debido a problemas de salud. Fue sucedido por Mijaíl Gorbachov, quien lanzaría una serie de reformas radicales en un intento de modernizar la Unión Soviética y moverla hacia una economía de mercado. Gorbachov es ampliamente reconocido como el líder final de la Unión Soviética antes de su disolución en 1991.
Antes de la llegada de Vladimir Putin al poder en Rusia, la presidencia del país estuvo en manos de Boris Yeltsin, quien gobernó desde 1991 hasta 1999. Durante su mandato, Yeltsin afrontó importantes desafíos económicos, políticos y sociales, como la transición hacia una economía de mercado, la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo, así como la guerra en Chechenia.
Tras la dimisión de Yeltsin en 1999, el entonces primer ministro Putin asumió la presidencia de la Federación Rusa, cargo que ha ocupado de manera intermitente desde entonces. Su primer mandato duró hasta 2008, cuando fue sucedido por Dmitry Medvedev, aunque este último fue considerado como una figura subordinada a Putin. Después de su segundo mandato presidencial entre 2012 y 2018, Putin retornó al poder en 2018 con una victoria abrumadora en las elecciones presidenciales.
En resumen, el presidente de Rusia antes de Putin fue Boris Yeltsin, quien tuvo un papel clave en la historia contemporánea del país, al liderar la transición desde el comunismo a la democracia y al mercado libre. Sin embargo, su legado también estuvo marcado por la corrupción y la inestabilidad política. Actualmente, Putin sigue siendo considerado como uno de los líderes más influyentes del mundo, aunque su régimen ha sido criticado por violaciones a los derechos humanos y la falta de libertad política.
En 1960, Nikita Jrushchov era el líder de la Unión Soviética, después de haberse hecho con el poder en 1958 tras la muerte de Josef Stalin.
Jrushchov implementó políticas de desestalinización que incluían la liberación de presos políticos y la promoción de la libertad de expresión y de prensa. También inició reformas económicas destinadas a modernizar la agricultura y la industria en la URSS.
Sin embargo, el liderazgo de Jrushchov también estuvo marcado por la Guerra Fría y la carrera armamentística con Estados Unidos. Durante su mandato, se produjeron varios conflictos internacionales, como la invasión soviética de Hungría en 1956 y la crisis de los misiles cubanos en 1962.
En ese año, el líder de la Unión Soviética era Nikita Serguéievich Jrushchov, quien sucedió a Iósif Stalin en 1953.
Jrushchov fue un político y estadista soviético, perteneciente al Partido Comunista. Durante su gobierno, implementó una serie de reformas económicas y políticas que buscaban modernizar el país, como la descentralización del poder y la reducción del culto a la personalidad de Stalin.
A pesar de que Jrushchov fue una figura importante en la Guerra Fría, también se destacó por su política de distensión con Occidente, lo que llevó a la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear en 1968.
En resumen, Nikita Serguéievich Jrushchov fue el líder de la Unión Soviética en 1961, un político y estadista que impulsó reformas y la política de distensión con Occidente.