Uno de los mayores desafíos como padres es encontrar maneras de mantener a nuestros hijos pequeños ocupados y entretenidos mientras nosotros hacemos otras cosas. Uno de los recursos más comunes para lograrlo es la televisión. Sin embargo, muchos padres se preguntan, ¿qué pasa si mi bebé ve la tele?
En primer lugar, es importante tener en cuenta que la Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños menores de 18 meses no vean la televisión. Esto se debe a que los bebés necesitan explorar y aprender a través de sus sentidos y la interacción con el mundo físico que los rodea. La televisión no proporciona este tipo de experiencia, y por lo tanto limita el desarrollo e inhibe el aprendizaje.
Incluso después de los 18 meses, es importante limitar el tiempo que los niños pasan frente a la televisión. Demasiado tiempo viendo la televisión puede afectar el desarrollo cognitivo, disminuir la capacidad de concentración y aumentar la probabilidad de obesidad y problemas de comportamiento.
Si decides permitir que tu bebé vea la televisión, es importante elegir programas y películas adecuados para su edad y asegurarte de que estén educativos y estimulantes. Además, es importante estar presente y hacer comentarios sobre lo que están viendo, para animarlos a pensar y hacer preguntas, y para fomentar el diálogo sobre las ideas y conceptos que están presentes en la pantalla.
En resumen, la televisión no debe ser el sustituto del desarrollo físico, emocional y cognitivo que los bebés necesitan. Aunque es tentador utilizarlo como una herramienta de entretenimiento, es importante limitar el tiempo que los bebés pasan frente a la pantalla y elegir cuidadosamente lo que ven. Como padres, debemos ser conscientes de las posibles consecuencias y buscar otras formas de fomentar el desarrollo de nuestros hijos.
A menudo, los padres están interesados en saber cuándo será el momento adecuado para que su bebé comience a ver la televisión.
No es recomendable exponer a los bebés a la televisión antes de los dos años de edad. En realidad, la Academia Americana de Pediatría (AAP) sugiere que los menores de 18 meses de edad no deberían estar expuestos a ningún tipo de pantalla electrónica, incluyendo la televisión, el teléfono móvil o los dispositivos móviles.
Esto es porque a esa edad los bebés están en un periodo crítico de desarrollo cerebral. Se están formando conexiones y circuitos neuronales y cualquier distracción puede frustrar este proceso.
Después de los dos años, los niños pueden empezar a ver la televisión, pero es importante hacerlo de manera limitada y con la debida supervisión de los padres. Se recomienda no más de una hora de televisión al día para los niños de 2 a 5 años de edad.
Además, los programas educativos son siempre más recomendables. Los niños pueden aprender mucho de estos programas, por lo que se debe prestar atención a la calidad de los mismos para que sean educativos y que no estén llenos de anuncios o de violencia.
En resumen, para asegurarse de que el tiempo que el bebé pasa frente a la televisión es seguro y beneficioso, es importante seguir las recomendaciones de la AAP y limitar el tiempo que los niños pasan viendo la tele. Además de esto, elegir programas educativos y supervisar su tiempo frente a la pantalla para que puedan seguir aprendiendo de una manera segura y saludable.
En la actualidad, el uso de pantallas no solo se ha vuelto un aspecto común en la vida cotidiana de los adultos, sino que también se ha convertido en una herramienta indispensable para el aprendizaje y el entretenimiento de los niños. Sin embargo, aunque el uso de pantallas puede resultar beneficioso en ciertos momentos, su abuso o mal uso puede llegar a afectar negativamente a los niños, tanto en su salud física como psicológica.
Por un lado, el uso excesivo de pantallas puede afectar a la visión de los niños y causar problemas de miopía o astigmatismo. Además, puede provocar dolores de cabeza y fatiga visual. Por ello, es necesario establecer límites en cuanto al tiempo que los niños pasan frente a las pantallas.
Por otro lado, el uso de pantallas también puede tener consecuencias en la salud mental de los niños. El exceso de estímulos que las pantallas proporcionan puede llegar a provocar ansiedad, dificultad para conciliar el sueño y alteraciones del comportamiento. De igual modo, el acceso a contenidos inapropiados o violentos puede desensibilizar a los niños ante situaciones que en realidad son graves y/o peligrosas.
En resumen, aunque las pantallas pueden ser una herramienta útil para la educación y el entretenimiento, su mal uso puede llevar a graves consecuencias para la salud física y psicológica de los niños. Es fundamental establecer límites en cuanto al tiempo, así como controlar el acceso a los contenidos que los niños consumen en ellas. De este modo, se podrá garantizar un uso saludable y responsable de las pantallas que favorezca el bienestar y el desarrollo de los niños.
A los 14 meses de edad, el desarrollo de un niño se encuentra en una etapa muy activa. A esta edad, el pequeño está comenzando a experimentar con nuevas habilidades y aprendiendo mucho sobre el mundo que lo rodea.
Un niño de 1 año y 2 meses es capaz de caminar, correr, subir y bajar escaleras, y realizar algunas habilidades simples, como apilar bloques. Además, comienzan a desarrollar habilidades sociales como sonreír, hacer gestos y decir "adiós".
El lenguaje también se está desarrollando a esta edad. Un niño en este rango de edad generalmente tiene un vocabulario de varias palabras y puede decir "mama", "papa" y posiblemente su nombre. Además, comienzan a comprender algunas instrucciones simples.
Actividades como jugar con bloques, pelotas y otros juguetes simples son excelentes para mejorar la coordinación ojo-mano y la motricidad fina. Además, la lectura de cuentos y la música también puede ayudar a fortalecer las habilidades del lenguaje y mejorar el desarrollo cognitivo.