Boris Yeltsin fue uno de los líderes más controversiales de la Unión Soviética. Fue Secretario del Partido Comunista de Moscú y luego Presidente de la Federación Rusa.
Yeltsin fue un fuerte defensor de la democracia y la libertad de expresión, lo que le llevó a criticar abiertamente al gobierno soviético. En 1991, lideró el movimiento que declaró la independencia de Rusia y renunció a su membresía en el Partido Comunista.
Como presidente de Rusia, Yeltsin implementó una serie de reformas económicas para modernizar la economía rusa. Estas reformas fueron conocidas como el "choque terapéutico" y consistieron en la liberalización de los precios y la privatización de empresas estatales.
Yeltsin también dirigió la disolución de la Unión Soviética, que se completó en diciembre de 1991. La disolución de la Unión Soviética llevó a la creación de nuevos estados independientes en Eurasia, lo que tuvo un impacto profundo en la política mundial.
Por último, Yeltsin también fue conocido por su carácter volátil y su afición por el alcohol, lo que a menudo eclipsó sus logros políticos.
Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia el 10 de julio de 1991.
Tras el fin de la Guerra Fría, muchos países del mundo buscaron consolidar sus relaciones para establecer la paz y la estabilidad global.
Con el nuevo liderazgo de Yeltsin en Rusia, hubo un cambio significativo en la política del país, lo que permitió crear vínculos de cooperación con otras naciones. Esto se tradujo en un mejor entendimiento entre los países y un mayor cuidado en las relaciones internacionales.
En definitiva, la llegada de Yeltsin al poder en Rusia significó un paso importante hacia la paz en el mundo y la construcción de un futuro mejor para la humanidad.
En 1991, ocurrió un hecho clave que cambió el rumbo de la historia de la URSS. Después de años de gobierno comunista, el presidente Mijaíl Gorbachov emprendió una política de reforma económica, conocida como la Perestroika, que buscaba modernizar el sistema soviético y responder a los desafíos internos y externos que enfrentaba el país. Sin embargo, estas medidas no lograron frenar la crisis económica ni satisfacer las demandas de los ciudadanos.
Además, el descontento se agravó debido a la situación de inestabilidad política y social, la corrupción y el aumento de la nacionalidad, ya que los diferentes grupos étnicos que conforman la URSS reclamaban mayores derechos y autonomía. Las repúblicas bálticas declararon su independencia y otras regiones se unieron a este movimiento, lo que llevó al colapso del Estado soviético.
Finalmente, el 26 de diciembre de 1991, después de la disolución del Congreso de los Diputados del Pueblo, se declaró oficialmente el fin de la Unión Soviética, quien se dividió en quince países independientes. Este acontecimiento marcó el final de una era de la historia mundial y el inicio de una nueva época, con importantes consecuencias políticas, económicas y sociales en todo el planeta.