La persona voyerista se caracteriza por tener un gran interés en observar a otras personas en situaciones íntimas sin el consentimiento de las mismas. Este interés se manifiesta en la necesidad de espiar en secreto y obtener placer de esta conducta, lo que puede llevar a una correspondencia malsana con la compulsión y un trastorno sexual.
Se trata de una actividad sexual que implica mucho más que solo la excitación sexual al observar a otros en la intimidad, ya que estas conductas suelen estar acompañadas de otras muchas más peligrosas. Este comportamiento puede llegar a ser muy invasivo y peligroso en casos extremos, como incurrir en delitos, lo que lleva a consecuencias legales negativas. La persona necesita de esta actividad para sentirse sexualmente satisfecha, lo que puede llevar a poner en riesgo su estabilidad emocional y social.
El voyerista tiende a manifestar una falta de empatía hacia los demás, una baja autoestima y una falta de habilidades sociales. Suelen ser personas solitarias, que no tienen muchos amigos y que se ven a menudo rechazadas por la sociedad en general. La conducta es llevada a cabo por personas de ambos sexos, aunque es más frecuente en hombres que en mujeres.
En conclusión, el perfil de una persona voyerista se caracteriza por tener una necesidad obsesiva de observar a otras personas en situaciones íntimas sin su consentimiento, lo que puede ser peligroso y tiene consecuencias negativas para la persona obsesionada y para las víctimas de sus acciones.