La sucesión de Lenin fue un acontecimiento transcendental en la historia de la Unión Soviética y del comunismo internacional. Después de la muerte de Vladimir Ilich Lenin en 1924, se inició una lucha por el poder dentro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
En ese momento, el principal líder del partido era Stalin, quien pertenecía al ala más conservadora y burocrática de la organización. Sin embargo, no había un claro sucesor designado por Lenin, ya que este había dejado pocos indicios sobre la persona que debería liderar la revolución socialista en su ausencia.
Debido a esta situación de incertidumbre, se inició una intensa lucha de poder entre algunos de los principales líderes del partido, entre los que se encontraban Trotsky, Zinóviev y Kamenev, quienes se alinearon en contra de Stalin.
Stalin, por su parte, logró hábilmente desacreditar y marginar a todos sus oponentes y consolidar su poder en el partido y en el gobierno soviético. En esta lucha por el liderazgo, Stalin se presentó como el defensor de la ortodoxia comunista y del legado de Lenin, lo que le permitió ganar el apoyo de las bases del partido y consolidar su imagen como el líder natural del movimiento revolucionario.
Finalmente, en 1927, Stalin consolidó su poder al derrotar a sus principales rivales dentro del partido y marginar a cualquier oposición. La sucesión de Lenin había sido resuelta y el poder absoluto pasó a manos del líder más conservador del PCUS, quien dirigió el país con mano dura y estableció las bases de un gobierno totalitario que dominaría la vida política de la Unión Soviética durante las siguientes décadas.
Después de la muerte de Lenin en 1924, el partido político Comunista de la Unión Soviética estaba en busca de un sucesor. El líder del partido, Stalin, y el fundador del Ejército Rojo, Trotsky, eran los principales contendientes para el puesto. Ambos eran personas muy influyentes y prominentes dentro del partido, lo que hizo que la elección fuera muy difícil.
Stalin pudo ganar la carrera por la sucesión al líder soviético debido a su amplio apoyo dentro del partido. A medida que el tiempo pasaba, aumentó su poder y controló el partido comunista del pueblo. Stalin utilizó métodos brutales para consolidar su control, como la eliminación sistemática de aquellos que se oponían a él.
Por otro lado, Trotsky fue destituido del poder y exiliado de la Unión Soviética debido a sus desacuerdos con el enfoque político de Stalin. Con el tiempo, Trotsky se convirtió en un crítico abierto del régimen de Stalin y su liderazgo. Como resultado, fue prácticamente eliminado del relato oficial del gobierno soviético.
Después de la muerte de Lenin, el poder de la Unión Soviética quedó en manos de varias figuras importantes del Partido Comunista. Sin embargo, Josef Stalin consiguió el control del país y se convirtió en el líder indiscutible.
En 1924, tras la muerte de Lenin, la lucha por el control del Partido Comunista se intensificó. Trotsky, uno de los líderes del partido, era el favorito de Lenin, pero Stalin logró consolidar su poder y eliminó a sus oponentes uno por uno. Utilizó técnicas políticas como la manipulación, la publicidad y la propaganda para ganar más seguidores y simpatizantes.
Después de eliminar a sus rivales, Stalin comenzó una campaña de terror conocida como la Gran Purga, destinada a acabar con cualquier oposición y desestabilizar a los posibles desafiantes del régimen. Esta campaña llevó a miles de ejecuciones, deportaciones y exilios, lo que dio lugar a una dictadura represiva que se mantendría durante décadas.
En resumen, Stalin impuso su poder en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin, mediante la eliminación de sus oponentes políticos y el uso de técnicas políticas e intimidación. Esto llevó a la creación de una dictadura que se extendió durante décadas y causó graves daños a la sociedad y la economía del país.
Lenin y Stalin fueron dos de los más grandes líderes de la Unión Soviética. Stalin era un miembro destacado del Partido Comunista y trabajó muy cercanamente con Lenin durante muchos años. Sin embargo, a pesar de su relación cercana, Lenin no confiaba en Stalin y no quería que se convirtiera en el líder del partido después de su muerte. ¿Por qué?
Una de las razones principales es que Stalin tenía una personalidad muy autoritaria y era intransigente en cuanto a las decisiones que tomaba. Lenin entendió que este tipo de comportamiento podría dividir el partido y hacer difícil la toma de decisiones importantes. Lenin también veía a Stalin como un hombre que tenía una inclinación por acumular poder y no estaba interesado en fomentar el debate y la discusión dentro del partido.
Lenin también desconfiaba de la imagen que Stalin proyectaba de sí mismo como un comunista comprometido, ya que él había sido un funcionario zarista antes de unirse al partido comunista. Lenin temía que Stalin pudiera estar utilizando el poder del partido para su propio beneficio y no para el bien del pueblo.
Además de todo esto, Lenin había expresado sus preocupaciones sobre el liderazgo de Stalin en varias ocasiones antes de su muerte. En una carta escrita en diciembre de 1922, Lenin instó a la dirección del partido a vigilar a Stalin y a limitar su poder dentro del partido. Pero después de la muerte de Lenin, Stalin logró consolidar su poder y hacerse con el control del partido.
En resumen, la razón por la que Lenin no quería que Stalin se convirtiera en el líder del partido después de su muerte se debe a varios factores. Lenin desconfiaba de la personalidad autoritaria de Stalin y su tendencia a acumular poder en vez de fomentar el debate y la discusión dentro del partido. También sospechaba de la lealtad de Stalin al partido, ya que había sido un funcionario zarista, y temía que pudiera estar utilizando su posición para su propio beneficio. Aunque Lenin había expresado sus preocupaciones sobre el liderazgo de Stalin en varias ocasiones, no logró evitar que Stalin consolidara su control sobre el partido después de su muerte.
La causa de la muerte de Lenin fue una larga y compleja enfermedad que lo aquejó durante años. A pesar de que su capacidad intelectual y de liderazgo nunca disminuyó, su salud sí lo hizo.
En 1921, Lenin sufrió una grave lesión cerebral debido a un intento de asesinato por parte de un miembro de la oposición. Aunque sobrevivió, su salud nunca volvió a ser la misma. Comenzaron a aparecer trastornos neurológicos y sus capacidades físicas se vieron disminuidas.
Incluso después de retirarse de la vida pública, Lenin seguía sufriendo de intensos dolores de cabeza y ataques de hipertensión arterial. A medida que su salud empeoraba, se volvía cada vez más reclusivo y solitario.
Finalmente, Lenin murió el 21 de enero de 1924 debido a un infarto cerebral. Su muerte fue un duro golpe para el Partido Comunista de la Unión Soviética y para la Unión Soviética en su conjunto.